domingo, 18 de diciembre de 2011

Guillermo, mi general


Una historia sin principio ni final, únicamente el dolor de los hechos presentes y la agonía de no poder cambiarlos. Una forma de desahogarme, quitar esta angustia que en tensión me mantiene y  opresión causa en mi pecho, pues lo más doloroso es que tu alma se canse de amar y te abandone poco a poco.
Contra la pared, sentada, contra el mundo. Dando largas caladas al cigarrillo.
Simplemente reflexionando, volver a descubrirme, paseando por la senda tortuosa de la realidad cuyas espinosas verdades se clavan a ambos lados del costado. Pensé que era hora de afrontar la realidad.
Si no, no estaría en la cárcel que suponía mi vida.
Podría aspirar a más.
Acabé mi cigarro. Lo dejé en el cenicero con una sonrisa ¿melancólica?
Encendí otro. Era un vicio que me gustaba, aunque ya me estaba pasando factura.
``Tus viajes…siempre tus viajes. El momento y  el lugar no importaban. Vivías por y para tu patria. Lo respetaba, pues te hacía feliz. El destino, y pecaré al pensar que el diablo también, nos manejaban como marionetas. Hasta que tus hilos se rompieron, y con ellos los míos cayeron. Viuda me dejas pero mi alma te pertenecerá siempre. Mi pequeño militar…´´
En tinta estas palabras dejé en el periódico del martes, junto a la esquela de Guillermo. Un homenaje al hombre que me trajo la vida, y que la muerte reclamó egoísta para ella.
Aquel lunes sus ojos brillaban orgullosos mientras se calzaba las botas. Esos lazos de angustia que se tejían en mi garganta hicieron que la voz sonara rota y quebrada; deseándole suerte más para calmarme que para relajarle.
Me aferré a sus fuertes brazos y mientras bebía de sus ojos azules; osado ladrón de amor; me prometió volver guardando mi alma en su bolsillo. Miradas llorosas que acabaron en una unión tierna de labios.
Lentamente comenzó a alejarse, los dorados rayos del Sol le enaltecían y su sombra se empequeñecía cada vez más. La última imagen de Guillermo.
La recordaré con sacudidas en el combatiente encarcelado del amor que ahoga sus lamentos en latidos,  pensando que mi vida se desvanece y se escapa con él a Pakistán. 

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