sábado, 31 de diciembre de 2011

Memorias de una vieja amistad (introducción)


''Aún sonrío inevitablemente al rememorar los buenos momentos vividos junto a Itziar.
Esa joven alocada con la que compartí los rebeldes años de la adolescencia todavía asoma su carita pecosa y se inclina curiosa a leer mis pensamientos. Imposible olvidarla, imposible era borrar esa huella que tantos años ha permanecido en mi corazón.
Y es ahora cuando los años empiezan a hacerse notar en la piel cuando la añoranza me traslada de realidad. Vuelvo a ser una niña y de nuevo correteo por el jardín de la juventud.
Nuevamente me deslizo por las calles de la ciudad entre mundos de risas, confidencias secretas y amores platónicos a chicos insensibles.

Hace un año que Itziar nos abandonó y ahora camina entre las nubes del cielo, paseando con los ángeles. Qué mejor momento para escribir sobre ella,  que en el aniversario de su fallecimiento.

La rabia se entremezcla con lágrimas furiosas, maldiciendo el momento en el que le arrebataron su característica vitalidad. Muy querida por todos, siempre estará presente en nuestras almas.’’

Acabé de leer, con la voz rota y quebrada; y enjugándome una lágrima silenciosa bajé del atril, dedicándole una última mirada a su cuerpo sin vida. Entre suspiros eché una mirada a la pequeña capilla. El ambiente era desolador. Su madre se refugiaba en los brazos de su marido, ambos rodeados de un aura negra y cargada de dolor.
Las flores blancas que adornaban el altar, eran un tanto tétricas y de mal gusto, la triste música funeraria ponía los pelos de punta. Miedo, dolor y ciertos escalofríos demoníacos se confundían en los corazones agitados. No le hubiera gustado a Itziar.

Pienso que la mejor manera de darle nuestro último adiós, sería rememorando las locuras, las alegrías, los momentos compartidos y los sueños tan difíciles de conseguir que encontraron su gloria al verse realizados.
Y eso es lo que voy a hacer.
Va por ti, amiga mía.

martes, 27 de diciembre de 2011

Charles y yo

Caminamos por la orilla, cogidos de la mano, juntos y felices; hacia nuestro hogar, dispuestos a emprender una nueva vida en común. Había aún muchas cosas confusas que una explicación necesitaban.  Estábamos dispuestos a formar una familia junto a el pequeñín recién nacido...a amarnos, a cuidarnos,a ser felices,a querernos por encima de todas las cosas.
 Deseaba pasarme el resto de la vida a su lado, deseaba poder cuidarle y mimarle, protegerle, volcarme en él... No le dejaría escapar otra vez, pues mi Charles, mi amor, lo es todo.
 ``Quiero que criemos juntos al pequeño, basándonos en el amor y la educación; creciendo en valores...viendo como nuestro hijo se hace mayor y aprende de la vida, aprende a ser feliz. Quiero que cuando el niño de sus primeros pasos, cuando pronuncie sus primeras palabras, cuando se enamore por primera vez... que estemos los dos para ayudarle, aconsejarle y darle nuestro apoyo. Que le ayudemos a caminar en esta vida, hasta que un día se suelte de nuestra mano y se independice, junto a su media naranja... que nos de nietos...
Amor mío, estoy segura que serás el mejor padre y abuelo del mundo. Mi hijo seguro que te adorará. Es tan fácil sucumbir a tus encantos, es tan fácil prendarse de ti...
 Quiero que cada día nos veamos, que cada día nos sonriamos, que cada día pueda robar tiempo para nosotros dos... quiero sentir tu cuerpo junto al mío al despertarme, quiero poder besar esos labios siempre que tenga oportunidad…
Quiero sentir tu piel rozarse con la mía, quiero poder susurrarte palabras de amor a cada momento; quiero darte mi vida, entregarte mi corazón a cada segundo, un corazón que se acelera cuando te acercas, latiente enamorado que te aúlla cantinelas románticas.
 Quiero que te sientas único y especial a mi lado... Deseo que estemos juntos en esta segunda oportunidad que nos da la vida. Aprovechar la gracia del destino. Que podamos rehacer nuestra vida, y que hagamos sin miedos lo que deseemos hacer; sin ser juzgados por nadie...
 Quiero poder demostrar mi amor por ti... Quiero que sin temer, podamos besarnos, sin arrepentirnos de nada. Quiero que, simplemente disfrutemos de nuestra compañía sin sufrir... Deseo poder abrazarte, sentirte entre mis brazos, acunarte, acariciarte... Deseo que bailemos abrazados un vals, que contemplemos el amanecer y el anochecer juntos, que brindemos con champán por nosotros... deseo vivir ilusionada un futuro contigo.
 Quiero pasarme el resto de mi vida a tu lado, quiero envejecer a tu lado; amarte hasta que un lejano día, la muerte nos separe, y luego nos reencontremos en el cielo y sigamos juntos eternamente...felices para siempre... hasta el fin del mundo...
Porque nuestro amor supera las barreras de lo material y espiritual... porque nos amamos demasiado, Charles; nos amamos demasiado...''

No somos tan diferentes (cap. 1)

Esa misma mañana, una espesa niebla se colaba por las rendijas de mi caseta, y, melancólica contemplé el parque infantil de enfrente.Todos los días igual…
Acostumbraba a levantarme con los primeros rayos del alba. Luego me dedicaba a adecentar un poco mi morada. A continuación, salía a pasear por el bosque de detrás, siempre ocultándome con precaución.
La mañana se pasaba volando. Pero era aburrido. Excesivamente aburrido. Era una de las desventajas de vivir en la casita del jardinero de una familia humana. Nadie sabía que vivía ahí, pues estaba abandonada, y la gente no le hacia mucho caso.
Llevo tanto tiempo ocultándome…
El corazón se me encoge al recordar los felices tiempos en los que vivía con mi familia, en mi casa; en un hogar. Todo era alegría y risas. Ahora las cosas eran… diferentes.
Eso me pasa por querer ser valiente, un acto heroico, pero muy estúpido. Un sorteo que piensas que no te tocará…la locura y euforia del momento…el reto de los amigos…pero, ¿Quién me mandaba aventurarme fuera de casa, de mi ciudad, de mi país, de mi continente y de mi propio planeta?
En efecto querido lector…he dicho planeta.
No os penséis que soy como cuentan, un bicho verde con muchos ojos y antenas. Los humanos tienen gran imaginación.
Soy un ser que adopta muchas formas diferentes y cada persona me ve distinta según sus sentimientos. Roja para los enamorados, verde para los envidiosos, blanca para los puros de espíritu, etc . Pero en el fondo, tengo unos sentimientos…alma… ser. Como todos. Pero ellos no lo comprenden.
Aterricé hace muchos años, en el centro de un enorme desierto. Me frustró mucho ver que no se podía volar, y que las cosas no sucedían con solo desearlas. Me pregunté en qué clase de infierno había aterrizado. Me estaba desnutriendo, pero no podía volver a casa. Mi nave se había destrozado por completo.
Mi precioso planeta del color del arco iris se desvanecía de mi mente y con él, todas las esperanzas de volver.
Estaba sola. Hasta que vinieron ellos.
Eran muy diferentes. No se como podían encontrar hermosos aquellos seres. Tenían unos tubos que quitaban la vida con un sordo ruido…un golpe tan seco...
Ellos lo llamaban armas. No me gustaba nada en absoluto. De repente, el más joven se fijó en mí. No me preguntó por mi estado, ni quiso ayudarme. Se acerco veloz, alertando a los demás.
El instinto me obligo a quedarme quieta y callada.No me acuerdo de mucho más. Me pusieron un paño en la boca que olía maravillosamente bien, pero que adormecía poco a poco…

Al despertarme estaba todo borroso. En una especie de caja con unos palos clavados en ella; o sea, no podía escapar. Tenía miedo. Mucho miedo. Me encontraba en una sala blanca con multitud de aparatos y tecnologías extrañas. Unos tubos plateados en especial hicieron mella en mí. Eran muy parecidos a los que usábamos en Flútugun (mi planeta).
Estuve largo tiempo esperando a que ocurriese algo. Pero no ocurría nada. No venía nadie y todo seguía igual. Eso era lo que mas terror me causaba. La incertidumbre sobre mi futuro.
Decidí relajarme y ponerme a reflexionar sobre mi situación y retornar sobre mis pasos para verlo todo más claro.

Aquel día estaba en mi casa haciendo lo de todos los días, lo normal. No somos tan diferentes como la gente piensa. Llevo observando a las personas mucho tiempo y hacemos cosas muy parecidas. En ese momento estaba cocinando para mis dos hijos. ¡Cuánto los añoro y les echo de menos! ¿Estarán bien? ¿Son felices?
Un montón de preguntas se me presentan, y mi dolor aumenta. Debo seguir resistiendo y sigo pensando en lo que ocurrió ese fatídico día.
De repente, llamaron fuerte a la puerta, y antes de que pudiera preguntarme qué pasaba, la echaron abajo. La guardia de Flútugun entró en tropel a mi hogar. Tenía pánico y temía por mis hijos. Me esposaron y me dijeron que debía ir con ellos. Al parecer había sido seleccionada en misión experimental por el universo, pero en ese momento yo no lo sabía. Hubo una serie de preguntas sin sentido y pastillas que me hicieron consumir.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Eternamente

Un niño precioso. Sus sonrosados mofletes en contraste con su tez blanca; sus ojos almendrados de azabache cual dos luceros resplandecientes; su naricita respingona y unos labios rojos como el fuego. El poco pelo que tenía era oscuro como una noche sin luna. Conforme iban pasando los días, el muchacho se convertía en un chico joven y apuesto, con grandes habilidades para el tiro con arco y  en un enamorado de la poesía. Sus padres no le habían rebelado nada de su cuerpo mortal. Pero él ya observaba que crecía más rápido que ninguno y que notaba sensaciones que los dioses no conocían. En busca de aventuras, decidió una mañana salir con su caballo a pasar el día en un paraje desconocido para él. Cogió un poco de fruta y agua, su arco cargado de flechas y los cargó encima de su caballo. Cogió unas pocas monedas de plata reservadas para una ocasión especial y se puso un colgante con forma de dragón que él consideraba su amuleto de buena suerte. Cuando llevaba ya unas cuantas millas sin que pasara nada en especial, se dispuso a descansar. Enseguida se volvió a montar en su caballo y siguió siempre hacia delante.
Llegó por el mediodía a una pequeña aldea donde se dispuso a encontrar cobijo. De repente, unos gritos de auxilio rompieron la quietud de su paseo, descubriendo a un grupo de personas que rodeaban a una joven diosa. Intentaban robarle, mientras ella se desasía con brusquedad gritando
con toda la fuerza que su garganta le permitía. Jairo sacó su arco con flechas y a galope pasó por el lado de los asaltantes, sorprendiéndoles. Eran cinco inmortales contra un simple humano, pero su destreza con el arco era superior a cualquier naturaleza. Tras una lucha que parecía no tener fin, los asaltantes huyeron como cobardes y dejaron a la diosa tranquila. Cuando Jairo se acercó a ella y se miraron a los ojos… Sintieron algo que ninguno había sentido. Sintieron frío y calor al mismo tiempo, dejó de existir todo lo demás. Y, aunque ninguno había sentido nada semejante y no se habían visto nunca; tuvieron la sensación de que se conocían de toda la vida; como si siempre hubiesen estado juntos, unidos en una sola persona. Sólo con mirarse…
No sabían ni el nombre del otro, pero eso no importaba mientras se estuviesen mirando. Jairo se acercó a ella y le tocó la mano. Sólo le tocó la mano, y el arco iris atravesó el cielo sin nubes; un pájaro se posó en sus manos y una melodía hermosa y exótica empezó a sonar en el interior de sus cabezas. Sus corazones palpitaban nerviosos y acompasados. Sólo con tocarse… Silenciosamente la diosa se fue alejando de Jairo. Sin dejar de mirarle. Tan absorto y perdido en su mirada estaba él que salió del estado de shock en el que se encontraba dos horas después de que ella se hubiese ido. ¿Quién hubiera pensado que el simple corazoncito de un mortal pudiera sentir tanta pasión? Jairo se sintió como un estúpido. Ni siquiera se habían hablado. No sabía ni su nombre. Con amargura pensó que nunca la volvería a ver.
Cuando se hizo de noche, encontró una humilde pero acogedora posada donde descansar. Todavía aturdido, pagó lo que debía y se fue a su habitación. Estuvo la noche en vela pensando en esos mágicos ojos que tanto le habían aturdido. Esos ojos color esmeralda, reflejados en sus oscuros ojos…
No tuvo constancia del tiempo, y siguió pensando en ella, con un desasosiego incalculable.
La noche siguiente, consiguió dormir un poco. Pero pasó algo asombroso, sorprendente. Jairo soñó con dos mundos, el mortal y el inmortal. Unas fuerzas procedentes de distintos mundos, él, ella; se sentían y amaban como uno sólo. Un día, estando con los ojos cerrados y las manos entrelazadas; se separaron, poco a poco. Ella desapareció dejando un fino polvo tras de sí. De repente, la fuerza conocida como él, en un punto donde supuestamente está su cara, dijo con voz triste y melancólica:`` Búscala y encuéntrala  Jairo, no la pierdas como me ocurrió a mí. Vuestro destino es estar juntos. Vuestro destino y posiblemente el del mundo mortal e inmortal. No desistas. Nunca. Las fuerzas de los dos mundos están más cerca que nunca, y sólo vosotros las podréis unir en uno sólo. A mí se me pasó la oportunidad. Salva lo que yo no pude salvar. Salva el amor.´´ Jairo se despertó repentinamente. Había sido sólo un sueño, pero había sido tan real… Jairo no sabía que creer. Pero todavía notaba las palabras susurradas en su oído. Se preguntó si estaba loco, si el amor le había hecho perder la razón. `` Búscala´´ decía la voz. Un sentimiento de felicidad recorrió su cuerpo al pensar en ella. Estaba decidido. Iría a buscar a  la dueña de su corazón, a la señora de su pensamiento y aquella dama por la que había suspirado tanto. Sus piernas se movieron solas. Sin darse cuenta ya estaba fuera. Toda la mañana estuvo el muchacho recorriendo la aldea y sus alrededores, en su busca. Las calles le parecían estirarse al avanzar, y la plaza central y circular giraba y giraba sin acabar nunca. Jairo, ya estaba a punto de desistir cuando fue al río a darle de beber a su fiel caballo y a descansar un poco. Una voz cantarina y celestial interrumpió el relajante sonido del agua del río discurrir por su cauce. Jairo se acercó a la misteriosa voz cuando ella se giró. Otra vez esos ojos. Jairo se creía desfallecer. Sin pensárselo ni un solo segundo, se acercó a ella. Con toda la delicadeza posible, posó sus labios en los de ella con un amor que casi estalla en su interior. Eran como las fuerzas del principio, él y ella, una unión inseparable. Como una reencarnación.
Pasaron los días y las noches juntos. No se habían dicho nada todavía. Él iba envejeciendo, pero no importaba. Estaban juntos.
Pasaron algunos años. Ella quedó encinta. Sintieron gran felicidad durante los nueve siguientes meses. Cuando la diosa dio a luz, ocurrió algo muy extraño. Al nacer este hijo, de dos mundos diferentes, el mundo en el que vivían también cambió; tal y como predijo la fuerza misteriosa en el sueño de Jairo. Le pusieron por nombre Deo. De repente, la tierra empezó a moverse y sacudir. Todo empezó a cambiar. Ocurrían cosas que no eran naturales. Los animales se volvieron locos, todos los volcanes entraron en erupción a la vez; los dioses más viejos fueron muriendo y los jóvenes se transformaban en mortales. Parecía el fin del mundo. El niño empezó a llorar y una fuerte tormenta cayó del cielo. Jairo estaba muy asustado y temía por su recién nacido hijo y por su gran amor; la diosa. Intentó protegerles, pero él ya era muy viejo y no podía moverse con facilidad. La diosa sintió que envejecía repentinamente al transformarse en mortal. ¿Y el niño? ¿Era mortal o inmortal? El era lo desconocido. La causa de lo que estaba ocurriendo. El pobrecillo no sabía que al nacer había desencadenado todo esto. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Quizás por no poder concebir la existencia de dos mundos tan diferentes. Jairo sabía que lo más probable es que murieran todos, y sintió un gran vacío en su interior. La tierra se había dividido en dos. En un lado estaban los inmortales y en otro, Jairo, el único mortal de la tierra. Deo estaba justo en medio. Axel y Amaya, los primeros dioses; fueron desapareciendo hacia otro lugar. Como si el mundo mortal era el definitivo y cuando morían pasaban a la perfección de la inmortalidad. En otra dimensión. Para la eterna felicidad.
Le iba a tocar el turno a la madre de Deo. Jairo todavía no sabía su nombre. Únicamente la amaba. Le daba igual el sitio o lo que tuviera que pasar, él quería estar a su lado.
 Deo lloraba, estaba sólo. Sus padres no se podían acercar a él .Jairo sintió que su hora de muerte estaba próxima. Su última petición hubiera sido verla una vez más. Entonces, justo cuando la diosa iba a pasar al más allá, sus ojos se encontraron. Por última vez. Sintieron un último destello de felicidad, aunque les dolía muchísimo tener que dejar a su bebé, solito en el mundo. Hicieron de tripas corazón para afrontar la muerte. Ella empezó a desvanecerse cuando, en el último instante, sonrieron y al unísono susurraron:
``Eternamente.´´
Desaparecieron a la vez. En ese instante y hasta el final de este mundo, los mundos quedaron separados. Él desapareció fundido en los elementos del mundo mortal. Ella, nos espera al final del camino que es la vida en las puertas del Más Allá. Y ellos mueven el ciclo de la vida y la muerte. Aunque separados, están unidos en constante movimiento, en cada momento y segundo. Su hijo Deo hace de enlace. Aún así, son felices. Inventaron el amor verdadero. Y por el amor, el mundo funciona de esta manera. Hasta el final de los tiempos.

La revolución de los alimentos

En un lugar de Murcia, de cuyo comedor no quiero acordarme, vivían unas cocineras que preparaban la comida del día siguiente.
- ¡Madre mía mañana toca puré, seguro que toca enfadarse por trigésima vez con lo mismo! –dijo Alicia, la señora que vaciaba las bandejas. Era una mujer de unos cuarenta años, que amaba los niños y estaba contenta con su trabajo. ¡Siempre la podías ver sonriendo!
A su lado una voz le contestó:
- Es cierto; no es muy querido entre los chiquillos-. Esta era Paula, una joven cuya mayor preocupación en el momento era si dejarse flequillo o cortarse el pelo. Alegraba a sus compañeras más mayores con sus ocurrencias ingeniosas, y tras varias horas de trabajo era algo que éstas agradecían.
Al día siguiente, como estaba previsto, los niños se dejaron toda la comida. Eso sí, con las sobras comió un gatito hambriento que había venido atraído por el olor de la comida.
 Las señoras del comedor, cansadas de la misma historia, decidieron elaborar un plan con apariencia de flan…
Cuando sonó el último timbre y los hermanos se fueron a sus habitaciones, las cocineras se escaparon sigilosamente a la sala de profesores. Afortunadamente algún profesor despistado se dejó la puerta abierta y lograron entrar. Empezaron a sentarse nerviosas en las sillas, hasta que Isabel, que preparaba la ensalada, tomó la palabra:
-A los niños no les gusta la comida por su forma. Opino que deberíamos ser más creativas y hacerles divertida la hora del almuerzo.
Todas corearon que era una buena idea y cocinaron croquetas con la forma de la Torre Eiffel, tallaron zanahorias de manera que parecieran pequeñas Estatuas de la Libertad, y las legumbres, pequeñas estrellitas. Estuvieron toda la noche con ello, y cansadas pero sonrientes, aguardaron la llegada de los alumnos.
 A la hora de comer; los niños se sorprendieron mucho, demasiado diría yo, pues estaban tan embobados mirando la comida y jugando con ella que no la probaron. Incluso se podía ver a algunas alumnas pequeñas luciendo lentejas en pulseras de lo bonitas que quedaron.
Elvira era la chica que barría y dejaba el comedor limpio e impecable, pero su sorpresa fue monumental cuando aquel día se encontró con el doble de desperdicios. Se enfadó mucho porque tardó mucho más en acabar y esa tarde no llegó a tiempo a su cita con el dentista.
Visto el fracaso, las cocineras volvieron a reunirse esa tarde para buscar una solución:
-Nuestro plan no funciona, - vístete de payasa Ana.-sugirieron algunas entre risas.
- No creo que funcione, dijo entre las risas de sus compañeras.
Ana era la encargada de llevar la lista de los alumnos que se quedaban a comer y sentarlos en las mesas. Era muy simpática y le gustaba imitar voces raras para hacer reír a los niños.
Tan a gusto estaban hablando que no se percataron de que un alumno de primero de la ESO, llamado Javi, no había salido aún de la sala porque había tenido que ir al aseo. Pegado a la puerta  y cayendo en la curiosidad no pudo evitar enterarse del problema que vivían las cocineras  cada día. Y él, como caballero que se consideraba, no podía permitir eso.
Javier se ajustó sus gafas, y tímidamente hizo su aportación en aquella pequeña tertulia.
-Vamos al laboratorio de Ciencias, hoy lo ha utilizado mi clase…tengo una idea que puede servir para conseguir vuestro propósito.
Las cocineras dudaron, pero no tenían nada que perder.
Cogieron un par de tomates, pescado, judías, y toda la comida sana que no se comían las criaturas. Se dirigieron al laboratorio cargados de comida y muy pronto se vieron rodeados de elementos químicos. Siguiendo unas fórmulas que buscaron en Internet, se pusieron sus gafas protectoras y ¡BOOM! Ocasionaron una explosión al mezclar componentes. La pobre Paula ya no se tuvo que preocupar de su corte de pelo. Se había chamuscado hasta las cejas. Pero lo revolucionario no fue eso…sino que…
¡Dieron vida a la comida!
Se armó un follón…
Estaban los tomates, que llamaban mamá a Marina (que preparaba los cubiertos), las judías, que querían volar, las habichuelas, que exigían plastilina para jugar, etc.
Cuando por fin dominaron a las criaturas, les explicaron la situación. El puré se quejó, el garbanzo protestó, y el tomate se cayó del susto.
- A esos niños, hay que darles una lección comentó una lombarda recién nacida, con una vocecita finísima.

Qué cara pusieron los niños al día siguiente. Cuando una pequeña niña puso cara de asco ante el tomate y fue a tirarlo; éste se levantó de golpe y carraspeó. El aliento le olía a huerta.
-          Queridos niños y niñas…soy Mr Tomato. El representante de todas las frutas y verduras.
Al decir esto la niña portadora de la bandeja se desmayó del susto tirando a la hortaliza parlanchina. Muchos curiosos se acercaron a observar el prodigio. Javier –el niño que sugirió entrar al laboratorio--, se apresuró a coger al tomatito de las hojas para que pudiera continuar; que con un guiño dio las gracias al chico, dirigiéndose a las pequeñas personitas de la sala con nuevas palabras:
-          Mis amigos y yo hemos visto que no somos queridos aquí. No nos coméis con gusto al igual que nuestras vecinas las pizzas. Coliflor no ha vuelto a ser la misma y llora todos los días. Incluso a los espárragos, tan fiesteros que solían ser no se mueven de la lata. Aunque el peor caso lo tiene el brócoli, que se está gastando un dineral en psicólogos. No podemos continuar en este estado porque vamos a acabar fatal. Así que nos vamos.
Durante unos segundos nadie dijo nada y se formó un silencio sepulcral. Los garbanzos empezaron a temblar en los platos y con agilidad saltaron e indignados marcharon por la salida.
Ante los niños boquiabiertos los alimentos desaparecieron para no regresar.
Todo el comedor estalló en gritos de júbilo pero muy pronto se arrepentirían de su decisión….(próximamente continuación).

Guillermo, mi general


Una historia sin principio ni final, únicamente el dolor de los hechos presentes y la agonía de no poder cambiarlos. Una forma de desahogarme, quitar esta angustia que en tensión me mantiene y  opresión causa en mi pecho, pues lo más doloroso es que tu alma se canse de amar y te abandone poco a poco.
Contra la pared, sentada, contra el mundo. Dando largas caladas al cigarrillo.
Simplemente reflexionando, volver a descubrirme, paseando por la senda tortuosa de la realidad cuyas espinosas verdades se clavan a ambos lados del costado. Pensé que era hora de afrontar la realidad.
Si no, no estaría en la cárcel que suponía mi vida.
Podría aspirar a más.
Acabé mi cigarro. Lo dejé en el cenicero con una sonrisa ¿melancólica?
Encendí otro. Era un vicio que me gustaba, aunque ya me estaba pasando factura.
``Tus viajes…siempre tus viajes. El momento y  el lugar no importaban. Vivías por y para tu patria. Lo respetaba, pues te hacía feliz. El destino, y pecaré al pensar que el diablo también, nos manejaban como marionetas. Hasta que tus hilos se rompieron, y con ellos los míos cayeron. Viuda me dejas pero mi alma te pertenecerá siempre. Mi pequeño militar…´´
En tinta estas palabras dejé en el periódico del martes, junto a la esquela de Guillermo. Un homenaje al hombre que me trajo la vida, y que la muerte reclamó egoísta para ella.
Aquel lunes sus ojos brillaban orgullosos mientras se calzaba las botas. Esos lazos de angustia que se tejían en mi garganta hicieron que la voz sonara rota y quebrada; deseándole suerte más para calmarme que para relajarle.
Me aferré a sus fuertes brazos y mientras bebía de sus ojos azules; osado ladrón de amor; me prometió volver guardando mi alma en su bolsillo. Miradas llorosas que acabaron en una unión tierna de labios.
Lentamente comenzó a alejarse, los dorados rayos del Sol le enaltecían y su sombra se empequeñecía cada vez más. La última imagen de Guillermo.
La recordaré con sacudidas en el combatiente encarcelado del amor que ahoga sus lamentos en latidos,  pensando que mi vida se desvanece y se escapa con él a Pakistán. 

La otra Carmen

Como cada noche, cierro los ojos y me recuesto sobre la vieja mecedora, sumiéndome en aquel estado de letargo que permite a mis pensamientos flotar libres.
Sin rumbo fijo, escenas de los dos se suceden a toda velocidad… Mi declaración de amor la noche de San Juan, comienzo de nuestra historia, es siempre el primero de mis recuerdos en aparecer.
Aún siento el calor de las llamas iluminando la oscuridad; aún respiro esa fragancia a sal, ese olor a mar, tantas veces visitado en los felices días veraniegos…
Recuerdo cuando nos quedamos solos…y mi mano se posó sobre la suya…con una timidez inusual…
Aún recuerdo cómo me miró, un tanto ruborizada…me sonrió, y no me soltó…aún siento los acelerados latidos de mi corazón, incrédulo ante  la oportunidad que le brindaba su dueña…ella siempre reina de mi alma, señora de mi vida.
Con tartamudeos y nerviosismo, susurrarle intenté lo que mi corazón pedía…y a fuego grabado quedó en mi corazón la amplia sonrisa que dibujó mientras, acercándose un poco más, susurró su primer ``te quiero ´´.
 Siempre recordaré cómo al amparo de las estrellas, en esa noche mágica que es la de San Juan, nos fundimos en un primer beso, apenas un ligero roce de labios que tanta felicidad aportó a mi joven corazón.
Nos quedamos abrazados hasta bien tarde, simplemente contemplando las llamas extinguirse, únicamente estando juntos, donde las palabras no hacían falta. Nuestras almas hablaban por sí solas y se contaban secretos de amor. Se susurraban aquello que no era pronunciado por nuestros labios…
Esa noche fue tan especial…siempre la guardaré con cariño en mis pensamientos y bajo llave en mi alma se quedará.
Siempre sonreiré con y por ella…ella es mis fuerzas, mi ánimo, mi camino…la luz en las tinieblas; el barco rescate que acude a socorrer a un marinero tragado por las profundidades marinas…
Siempre cada instante, cada segundo….
Ahora el silencio me contesta cuando pregunto por Carmen; y es entonces cuando la melancolía se convierte en la reina de mi existencia desdichada.
Desde el ventanal, la luna blanca, impoluta, me sonríe tristemente resaltando sobre el cielo teñido de oscuridad. Pequeños astros hacen compañía a la dama de la noche, y, ajenos a mi pesar me saludan alegremente mediante suaves parpadeos que quedan reflejados en mis pupilas…tin…tin…tin
Navegando por el baúl de los recuerdos, quedé dormido, soñando con un futuro esperanzador.
Horas más tarde, el despertador me fue separando de los brazos de Morfeo con cierta brusquedad. Suspiré cansado. Volví a soñar con ella, engañándome nuevamente con falsas esperanzas…
Como de costumbre, me levanté, y me di una ducha para intentar despejar y aclarar las ideas confusas que surgían sin cesar. Mientras el agua recorría con delicadeza mi piel, empezó a invadirme una sensación de soledad inmensa. La casa se me caía encima.
Apenas desayuné, pues desde hace tiempo el apetito rara vez me sorprende; y tras apañar un poco el pequeño apartamento y coger algo de dinero, marché hacia el hospital…
Sobre las calles murcianas destacaba la figura de un hombre con semblante entristecido, que caminaba despacio, con la mirada en el infinito, buscando un motivo para sonreír…Ese mismo hombre, que, todos los días, entra en la misma floristería a comprar un ramo de rosas, para después, sentarse a esperar en la parada del autobús, el cual  lo conduciría a su alegría y a su lamento…
Contemplando las hermosas flores, recordé su bello rostro, siempre tan alegre, y ahora, tan apagado…Quizás, los médicos descubran alguna mejora hoy…quizás, siempre quizás…
Las lágrimas pugnaban por desbordarse, mientras una inocente niña, jugaba con su hermanito a mi lado. Esperaban el autobús junto a sus padres. Tan alegres y risueños…
Apesadumbrado…recordé que Carmen y yo, no pudimos tener hijos…ni los tendremos… Al poco de casarnos, a una edad un tanto tardía, decidimos dar el paso, y cumplir el sueño de ser padres…
Pero quedó simplemente en eso, en un sueño; pues la enfermedad empezó a mostrar sus primeros síntomas, y ya no había nada que hacer…
Me hubiese gustado tanto poder formar una familia con mi amada…tener hijos, e incluso nietos…disfrutar de nuestra vejez, juntos, quizás en una casita con vistas al mar de nuestra juventud.
El autobús hizo acto de presencia, sacándome de mi pesadumbre, y el conductor de los martes, bajo el poblado bigote, me mostró una sonrisa automática al pagar el billete.
La rutina se instala en la razón para no decaer. Autómata soy, autómata vivo…mi corazón de latidos apagados aún se aferra con desespero a la sórdida esperanza…
Trayecto largo como tantas veces…nada fuera de lo común en aquella mañana otoñal.
Sin apenas percatarme ya estaba en el centro, siguiendo cabizbajo a la enfermera por aquel pasillo interminable y tan triste…
No obstante, quise parecer más animado antes de verla…quería transmitirle esas fuerzas que no sentía pero que eran necesarias para ambos.


Apesadumbrado… una silenciosa lágrima comienza a nacer en mis ojos…un suspiro que jamás salió de mis labios es acallado con esfuerzo…mi corazón está cansado…
Entreabrí la puerta con sigilo, temiendo despertarla si acaso se hallase dormida.
No lo estaba…simplemente miraba un punto fijo en la pared, sin inmutarse…tan ida como las veces anteriores. Mi corazón se detuvo, aún no acostumbrado a verla así, pero forcé una sonrisa al saludarla con la misma frase….todos los días un `` Buenos días mi amor ´´ resonaba por la lúgubre habitación del hospital.
Ella no respondió, aunque pocas esperanzas conservaba de que lo hiciera. El alzheimer que mi esposa sufría estaba ya bastante avanzado.
Esa batalla que me atormentaba a cada segundo, a cada minuto…
¿Hoy me habrá reconocido? ¿Recordará las palabras dedicadas con tanto amor? ¿Sentirá el significado de mis caricias? ¿Comprenderá el dolor de mis ojos? ¿Sabrá escuchar a mi corazón?
Infinitas preguntas retóricas sin respuestas, donde priman la amargura y la desesperación.
Las piernas me temblaban, cuando me acerqué a ella, depositando las flores en la mesita blanca. Me senté a su lado en la cama y raudo le regalé un pequeño beso en la frente. No pude evitar que las lágrimas reprimidas fueran saliendo una a una…
Tan hermosa como siempre…tan lejana como nunca…mi pequeña Carmen…
Como tantas veces…la cogi de las manos y la abracé con cuidado, teniéndola entre mis brazos; dejando las horas muertas pasar y sucederse ante aquella estampa melancólica…su corazón y el mío latiendo a la par…amor y desasosiego por parte del mío….dolor por el suyo.
Nos apagábamos poco a poco, nuestras almas desaparecían robadas en segundos…minutos…horas…
Recuerdos junto a ella…aferrándome con desesperación como a un clavo ardiendo…
Cada sonrisa suya…cada palabra por sus labios pronunciada….cada suspiro de amor emitido en noches de amor y locura…
Ese contoneo elegante al andar….esos brillantes ojos azabache tan llenos de vida…como ya no estarían jamás…
Ese vestido azul tupido que llevó en el baile de graduación…
Aquella fiesta, en la que nos hicimos inseparables…bailando bajo las estrellas, en el porche, pegados…lentamente danzando al ritmo de violines tocados con gracia de ángeles…
Todo risas…alegría y complicidad entre los dos…
Simples recuerdos…que ella no vivirá nuevamente. Pues desconocedora de su existencia es…al igual que yo soy… un completo extraño para ella.
No puede ser que todo esto acabe…no es justo…Ni para ella, ni para mí…
- No es justo…-repito esta vez en voz alta. Con un quejido desgarrador…si no audible al oído, ensordecedor para el corazón.
Puñales afilados me atraviesan sin piedad al hallarme en esta desdicha de la que no puedo escapar…el amor…el dolor…todo tan dificultoso en esta irónica realidad.
``¿Por qué ella y no yo? Ojala fuera condescendiente el destino; y me aceptara la súplica irrealizable que grito sin cesar…Desaparecer yo y descansar en paz…ella en plena vida, dispuesta a empezar de nuevo…
 Pero es inútil mantener la esperanza, ya no hay peticiones ni alabanzas en el altar de ningún dios…todo muere…
No  podemos  controlar el destino… ¿será mejor resignarse?´´
En esto ella gira, me mira y creo atisbar un brillo en sus ojos…
Vuelco en el fiel compañero de sufrimiento, late por Carmen una vez más… ¿me habrá reconocido? ¿Se habrá percatado del…amor?
Carmen sonríe…yo lloro sin controlar…esta vez, son de felicidad…``Tesoro…estoy a tu lado…siempre lo estaré…nada ni nadie podrá impedir que te siga amando sin cesar…aunque tu mente lo olvide….tu corazón no lo perderá…lo se, vida mía…no me preguntes el cómo…pero se que así será…´´
Sonrío yo con ella…le aprieto la mano para darle matiz a mis palabras, que acabo de entonar con voz temblorosa.
Me acerco a ella, y me atrevo a besar delicadamente esos labios que siempre me han hecho fantasear…esos que siempre me han tenido y tendrán enamorado…
Por toda respuesta ella me mira como lo hacía antaño…pues en sus ojos se refleja ese mágico resplandor…
Se que irremediable el fin llegará…pero que mejor de estos instantes apoyarse para llevar mejor la enfermedad.
El amor no puede ser detenido, ni controlado…ni dejar de ser sentido, ni mucho menos olvidado…
El amor llega, un pequeño visitante inesperado que se hace notar en los momentos más inoportunos. Lo llamas, y no viene…simplemente, lo esperas. Cuando llega, se acomoda en lo más profundo del alma y se apropia de todo tu ser…ya jamás podrá ser echado.
Es lo que dicen del amor verdadero, eternamente…siempre duradero. Nada ni nadie podrá cambiarlo.
Porque pase lo que pase….suceda lo que suceda, aquella muchacha conocida como Carmen…siempre tendrá a este muchacho prendado de ella…amándola en silencio…alimentado por recuerdos; siempre recuerdos. Le ayudarán a soñar… Soñar con que el amor triunfe y puedan estar juntos.
Algún día, ya para el resto de la eternidad….