Como cada noche, cierro los ojos y me recuesto sobre la vieja mecedora, sumiéndome en aquel estado de letargo que permite a mis pensamientos flotar libres.
Sin rumbo fijo, escenas de los dos se suceden a toda velocidad… Mi declaración de amor la noche de San Juan, comienzo de nuestra historia, es siempre el primero de mis recuerdos en aparecer.
Aún siento el calor de las llamas iluminando la oscuridad; aún respiro esa fragancia a sal, ese olor a mar, tantas veces visitado en los felices días veraniegos…
Recuerdo cuando nos quedamos solos…y mi mano se posó sobre la suya…con una timidez inusual…
Aún recuerdo cómo me miró, un tanto ruborizada…me sonrió, y no me soltó…aún siento los acelerados latidos de mi corazón, incrédulo ante la oportunidad que le brindaba su dueña…ella siempre reina de mi alma, señora de mi vida.
Con tartamudeos y nerviosismo, susurrarle intenté lo que mi corazón pedía…y a fuego grabado quedó en mi corazón la amplia sonrisa que dibujó mientras, acercándose un poco más, susurró su primer ``te quiero ´´.
Siempre recordaré cómo al amparo de las estrellas, en esa noche mágica que es la de San Juan, nos fundimos en un primer beso, apenas un ligero roce de labios que tanta felicidad aportó a mi joven corazón.
Nos quedamos abrazados hasta bien tarde, simplemente contemplando las llamas extinguirse, únicamente estando juntos, donde las palabras no hacían falta. Nuestras almas hablaban por sí solas y se contaban secretos de amor. Se susurraban aquello que no era pronunciado por nuestros labios…
Esa noche fue tan especial…siempre la guardaré con cariño en mis pensamientos y bajo llave en mi alma se quedará.
Siempre sonreiré con y por ella…ella es mis fuerzas, mi ánimo, mi camino…la luz en las tinieblas; el barco rescate que acude a socorrer a un marinero tragado por las profundidades marinas…
Siempre cada instante, cada segundo….
Ahora el silencio me contesta cuando pregunto por Carmen; y es entonces cuando la melancolía se convierte en la reina de mi existencia desdichada.
Desde el ventanal, la luna blanca, impoluta, me sonríe tristemente resaltando sobre el cielo teñido de oscuridad. Pequeños astros hacen compañía a la dama de la noche, y, ajenos a mi pesar me saludan alegremente mediante suaves parpadeos que quedan reflejados en mis pupilas…tin…tin…tin
Navegando por el baúl de los recuerdos, quedé dormido, soñando con un futuro esperanzador.
Horas más tarde, el despertador me fue separando de los brazos de Morfeo con cierta brusquedad. Suspiré cansado. Volví a soñar con ella, engañándome nuevamente con falsas esperanzas…
Como de costumbre, me levanté, y me di una ducha para intentar despejar y aclarar las ideas confusas que surgían sin cesar. Mientras el agua recorría con delicadeza mi piel, empezó a invadirme una sensación de soledad inmensa. La casa se me caía encima.
Apenas desayuné, pues desde hace tiempo el apetito rara vez me sorprende; y tras apañar un poco el pequeño apartamento y coger algo de dinero, marché hacia el hospital…

Sobre las calles murcianas destacaba la figura de un hombre con semblante entristecido, que caminaba despacio, con la mirada en el infinito, buscando un motivo para sonreír…Ese mismo hombre, que, todos los días, entra en la misma floristería a comprar un ramo de rosas, para después, sentarse a esperar en la parada del autobús, el cual lo conduciría a su alegría y a su lamento…
Contemplando las hermosas flores, recordé su bello rostro, siempre tan alegre, y ahora, tan apagado…Quizás, los médicos descubran alguna mejora hoy…quizás, siempre quizás…
Las lágrimas pugnaban por desbordarse, mientras una inocente niña, jugaba con su hermanito a mi lado. Esperaban el autobús junto a sus padres. Tan alegres y risueños…
Apesadumbrado…recordé que Carmen y yo, no pudimos tener hijos…ni los tendremos… Al poco de casarnos, a una edad un tanto tardía, decidimos dar el paso, y cumplir el sueño de ser padres…
Pero quedó simplemente en eso, en un sueño; pues la enfermedad empezó a mostrar sus primeros síntomas, y ya no había nada que hacer…
Me hubiese gustado tanto poder formar una familia con mi amada…tener hijos, e incluso nietos…disfrutar de nuestra vejez, juntos, quizás en una casita con vistas al mar de nuestra juventud.
El autobús hizo acto de presencia, sacándome de mi pesadumbre, y el conductor de los martes, bajo el poblado bigote, me mostró una sonrisa automática al pagar el billete.
La rutina se instala en la razón para no decaer. Autómata soy, autómata vivo…mi corazón de latidos apagados aún se aferra con desespero a la sórdida esperanza…
Trayecto largo como tantas veces…nada fuera de lo común en aquella mañana otoñal.
Sin apenas percatarme ya estaba en el centro, siguiendo cabizbajo a la enfermera por aquel pasillo interminable y tan triste…
No obstante, quise parecer más animado antes de verla…quería transmitirle esas fuerzas que no sentía pero que eran necesarias para ambos.
Apesadumbrado… una silenciosa lágrima comienza a nacer en mis ojos…un suspiro que jamás salió de mis labios es acallado con esfuerzo…mi corazón está cansado…
Entreabrí la puerta con sigilo, temiendo despertarla si acaso se hallase dormida.
No lo estaba…simplemente miraba un punto fijo en la pared, sin inmutarse…tan ida como las veces anteriores. Mi corazón se detuvo, aún no acostumbrado a verla así, pero forcé una sonrisa al saludarla con la misma frase….todos los días un `` Buenos días mi amor ´´ resonaba por la lúgubre habitación del hospital.
Ella no respondió, aunque pocas esperanzas conservaba de que lo hiciera. El alzheimer que mi esposa sufría estaba ya bastante avanzado.
Esa batalla que me atormentaba a cada segundo, a cada minuto…
¿Hoy me habrá reconocido? ¿Recordará las palabras dedicadas con tanto amor? ¿Sentirá el significado de mis caricias? ¿Comprenderá el dolor de mis ojos? ¿Sabrá escuchar a mi corazón?
Infinitas preguntas retóricas sin respuestas, donde priman la amargura y la desesperación.
Las piernas me temblaban, cuando me acerqué a ella, depositando las flores en la mesita blanca. Me senté a su lado en la cama y raudo le regalé un pequeño beso en la frente. No pude evitar que las lágrimas reprimidas fueran saliendo una a una…
Tan hermosa como siempre…tan lejana como nunca…mi pequeña Carmen…
Como tantas veces…la cogi de las manos y la abracé con cuidado, teniéndola entre mis brazos; dejando las horas muertas pasar y sucederse ante aquella estampa melancólica…su corazón y el mío latiendo a la par…amor y desasosiego por parte del mío….dolor por el suyo.
Nos apagábamos poco a poco, nuestras almas desaparecían robadas en segundos…minutos…horas…
Recuerdos junto a ella…aferrándome con desesperación como a un clavo ardiendo…
Cada sonrisa suya…cada palabra por sus labios pronunciada….cada suspiro de amor emitido en noches de amor y locura…
Ese contoneo elegante al andar….esos brillantes ojos azabache tan llenos de vida…como ya no estarían jamás…
Ese vestido azul tupido que llevó en el baile de graduación…
Aquella fiesta, en la que nos hicimos inseparables…bailando bajo las estrellas, en el porche, pegados…lentamente danzando al ritmo de violines tocados con gracia de ángeles…
Todo risas…alegría y complicidad entre los dos…
Simples recuerdos…que ella no vivirá nuevamente. Pues desconocedora de su existencia es…al igual que yo soy… un completo extraño para ella.
No puede ser que todo esto acabe…no es justo…Ni para ella, ni para mí…
- No es justo…-repito esta vez en voz alta. Con un quejido desgarrador…si no audible al oído, ensordecedor para el corazón.
Puñales afilados me atraviesan sin piedad al hallarme en esta desdicha de la que no puedo escapar…el amor…el dolor…todo tan dificultoso en esta irónica realidad.
``¿Por qué ella y no yo? Ojala fuera condescendiente el destino; y me aceptara la súplica irrealizable que grito sin cesar…Desaparecer yo y descansar en paz…ella en plena vida, dispuesta a empezar de nuevo…
Pero es inútil mantener la esperanza, ya no hay peticiones ni alabanzas en el altar de ningún dios…todo muere…
No podemos controlar el destino… ¿será mejor resignarse?´´
En esto ella gira, me mira y creo atisbar un brillo en sus ojos…
Vuelco en el fiel compañero de sufrimiento, late por Carmen una vez más… ¿me habrá reconocido? ¿Se habrá percatado del…amor?
Carmen sonríe…yo lloro sin controlar…esta vez, son de felicidad…``Tesoro…estoy a tu lado…siempre lo estaré…nada ni nadie podrá impedir que te siga amando sin cesar…aunque tu mente lo olvide….tu corazón no lo perderá…lo se, vida mía…no me preguntes el cómo…pero se que así será…´´
Sonrío yo con ella…le aprieto la mano para darle matiz a mis palabras, que acabo de entonar con voz temblorosa.
Me acerco a ella, y me atrevo a besar delicadamente esos labios que siempre me han hecho fantasear…esos que siempre me han tenido y tendrán enamorado…
Por toda respuesta ella me mira como lo hacía antaño…pues en sus ojos se refleja ese mágico resplandor…
Se que irremediable el fin llegará…pero que mejor de estos instantes apoyarse para llevar mejor la enfermedad.
El amor no puede ser detenido, ni controlado…ni dejar de ser sentido, ni mucho menos olvidado…
El amor llega, un pequeño visitante inesperado que se hace notar en los momentos más inoportunos. Lo llamas, y no viene…simplemente, lo esperas. Cuando llega, se acomoda en lo más profundo del alma y se apropia de todo tu ser…ya jamás podrá ser echado.
Es lo que dicen del amor verdadero, eternamente…siempre duradero. Nada ni nadie podrá cambiarlo.
Porque pase lo que pase….suceda lo que suceda, aquella muchacha conocida como Carmen…siempre tendrá a este muchacho prendado de ella…amándola en silencio…alimentado por recuerdos; siempre recuerdos. Le ayudarán a soñar… Soñar con que el amor triunfe y puedan estar juntos.
Algún día, ya para el resto de la eternidad….