Y son esos lunes los que me vuelven feliz. En
los que entre miles de luceros suspendidos en el cielo, encuentro un motivo con
el que puedo proseguir. Por lo menos, en el tiempo de siete crepúsculos. Esos
lunes, en los que me siento en el
mismo sillón, como rige mi costumbre, y
espero sobrecogido un signo positivo, un reir del destino, o puede que
un desliz del mismo, que renueve mis emociones y mi triste modo de proceder.
Pesimismo y temores son los
dueños de mis juicios, y con ellos intervengo desde que los surcos y pliegues
surgieron en mi rostro. Se dice que el envejecer nos convierte en mejores
individuos, pero qué pueden conocer los jóvenes de los sufrimientos de los
viejos.
Son esos lunes los que me mueven
en este mundo sinuoso lleno de temores que me persiguen sin perdón. Los que
consiguen que me despierte y deje los lloros. Son esos lunes, donde te
encuentro por fin…y no te siento lejos.
Son en esos breves encuentros que tengo
contigo en los que me siento pequeño y enorme; donde soy un niño de nuevo que
vive de juegos, nuestros juegos de
chiquillos. Escondites secretos, tesoros descubiertos juntos y episodios
estupendos donde reímos sin detenernos.
Soy un joven que enloquece
con tus rubios mechones recogidos con cierto desinterés, objeto de seducción y
fuente de deseo. Un deseo prohibido por su dimensión; y por los sonrojos y
rojeces que en mi piel pudiste ver.
Soy ese joven que se vuelve
cuerdo y sereno si en un fortuito encuentro me topo con tus expresivos ojos
verdes, vivos y luminosos. Como me puedo sentir yo si me veo en su reflejo. Eso
quiere decir que estoy contigo. El sueño cumplido que he querido ver como
posible desde que tengo el gusto de
conocerte.
Soy ese joven que te entonó
millones de versos en susurros, con el fin de no ser descubierto…Este joven
envejecido que prosigue con sus sonetos sin tenerte. Sí, soy ese joven que
prometió quererte siempre, protegerte sin límites… Yo, que resido en un mundo
del que tienes el gobierno. Simplemente yo, sigo siendo el mismo.
Ni tu muerte pudo derruir
los muros de mis sentimientos, ni tú te convertiste en un recuerdo. Vives en
hechos, en emociones que surgen si oigo tu nombre o incluso si lo veo escrito. Vives en esos momentos que son solo nuestros y se pierden en
tiempos remotos. Vives si río, vives, porque me duele el que no estés. Y ese
dolor me miente, pues sé que hoy, y como todos los lunes, tu espíritu viene
conmigo. Me refugio en él. Nos sentimos y no me molesto en contener los
suspiros nerviosos que emito en el momento en que por fin, te vislumbro.
Te veo, me sonríes…Un soplo
de viento noto en el oído, y sé que te moviste con el fin de decirme que me
quieres. El viento se mueve en mis pómulos, y sé que mis temores y sollozos
huyen porque me cubres dichos sitios de tiernos besos. Y es en ese momento
donde rio feliz y pleno, lleno de un querer profundo y sereno.
Y es en ese momento, en el
que el sueño buscó mis ojos con el fin de dormirlos, en medio de esos minutos
nocturnos que veloces se suceden en mi viejo reloj. Esos minutos dulces, donde,
como siempre ocurre en los lunes, duermo protegido por tu cuerpo y envuelto en
tu querer.
*-*
ResponderEliminar¿¿por qué no puedo leer estas cosas sin recordar otras??
ResponderEliminarno eres el centro del universo, a todo el mundo le recuerda a algo personal, no tiene que estar basado en ti!
ResponderEliminarLO SEEEEEEEEE!!!! ¬¬ solo intentaba comparar la belleza del texto con algo
ResponderEliminarP.D: si soy el centro jajajajajaja